Hay en el ambiente una tristeza pesada. No hay nadie que no se sienta perturbado, inquieto. Y lo contrario también: no hay nadie que se sienta triunfador. Es como si estuviéramos en un callejón sin salida en el que cualquier cosa que se haga sólo va a servir para ratificar la desconfianza. Pero tiene razón Ciro Gómez Leyva: este escenario es el que los mexicanos elegimos. No es un error, no es un accidente, es nuestra voluntad que las cosas sean así.
La involución que supuso el intento de fraude electoral del fin de semana pasado nos regresa, de golpe, a un paleolítico que creíamos superado.
¿Qué cruda ha sido peor que ésta para el México de la última centuria? ¿El previsto fraude de Díaz contra Madero, la sistemática rapacidad electoral del PNR y del PRI, o el cínico robo de la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas por parte de Carlos Salinas en 1988?
Si esas resacas podían aliviarse con un enchilado caldito de resignación, ¿cómo curarnos ésta –la del fraude del PREP--, que no esperábamos porque ni siquiera nos dimos cuenta de que nos emborracharon?
Las sospechas sobre la falta de pericia –por decir lo menos--, el déficit de imparcialidad o la franca complicidad con el candidato presidencial panista Felipe Calderón Hinojosa por parte del Consejo General del Instituto Federal Electoral, comienzan a crecer entre amplios sectores ciudadanos, en la medida que las contradicciones arrojadas por el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) han sido reconocidas por el propio organismo; y se augura un prolongado litigio postelectoral en el IFE y en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Al cierre de la campaña electoral más agitada que ha tenido el país en muchos años, la responsabilidad del IFE y del presidente Vicente Fox ha dado mucho qué decir.
La polarización social a la que se ha llegado y los temores que hoy rondan sobre un eventual fraude electoral, son dos factores que pudieron evitarse si el Instituto y el presidente de la República hubieran actuado con la neutralidad y capacidad que se esperaba de ellos.